Mujeres que resisten, siembran y construyen paz en Buesaco

Campo Verde: del dolor a la esperanza, una historia que teje dignidad

Desde las cálidas tierras del municipio de Buesaco nace la historia de la Asociación Agropecuaria de Víctimas Campo Verde, una organización integrada principalmente por mujeres campesinas, viudas y sobrevivientes del conflicto armado, quienes han encontrado en la tierra un camino para resistir, cultivar y reconstruir vida.

La semilla de esta asociación comenzó a germinar hace más de 19 años, cuando un grupo de víctimas decidió unirse para afrontar, de manera colectiva, las difíciles circunstancias que la violencia había dejado en sus vidas. En sus inicios se conformaron bajo el nombre de Brisas del Galeras, con 65 familias integrantes. Sin embargo, con el tiempo y las adversidades, la organización se redujo hasta quedar en 28 familias que, con decisión y esperanza, dieron continuidad al proceso.

Con la llegada al predio donde actualmente viven, la organización tomó un nuevo rumbo. Primero adoptaron el nombre de Campo Verde, luego se llamaron Asociación La Esperanza y, finalmente, hace unos 16 años consolidaron su identidad como la Asociación Agropecuaria de Víctimas Campo Verde, nombre con el que hasta hoy son reconocidas.

Como recuerda una de sus integrantes: “Aunque fuimos menos con el paso de los años, nunca perdimos la esperanza. Nos organizamos, nos levantamos y decidimos seguir adelante juntas, con la tierra como nuestro refugio y nuestra fuerza.”

Mujeres que transforman la tierra y el territorio con su trabajo

Desde su llegada al territorio, las familias de Campo Verde enfrentaron grandes desafíos: apenas encontraron dos viviendas, una de ellas en mal estado. Gracias a la gestión colectiva y al apoyo de aliados, lograron construir 25 casas y, con el tiempo, consolidar lo que hoy es el barrio Campo Verde. En 2009, la legalización de los predios les brindó seguridad, estabilidad y la certeza de un futuro enraizado en su tierra.

El trabajo comunitario ha sido constante y diverso. Las mujeres, protagonistas de este proceso, han liderado siembras, cultivos, cría de especies menores como y actividades complementarias que fortalecen la economía familiar. Sus esfuerzos también se reflejan en mejoras para el territorio, como la vía de acceso, que pasó de ser un camino de herradura a una carretera gestionada con persistencia ante la alcaldía.

Alianzas que fortalecen la voz de las mujeres en la justicia transicional

A lo largo de su trayectoria, la Asociación ha fortalecido sus capacidades mediante proyectos productivos y procesos de capacitación que han aportado al sostenimiento de la comunidad. Como ellas mismas dicen: “Con pequeños apoyos y capacitaciones hemos aprendido a sostener a nuestra comunidad y a crecer como organización.”

En este camino, han tejido alianzas clave, entre ellas con la Corporación Ocho de Marzo, que ha acompañado y potenciado sus procesos organizativos y formativos. Como afirma Omaira Herrera: “Las alianzas, como la que tenemos con la Corporación Ocho de Marzo, han sido un pilar para fortalecer nuestros procesos y no sentirnos solas.”

Actualmente, hacen parte del proyecto “Mujeres tejedoras y constructoras de paz en la justicia transicional”, implementado en Nariño por la Corporación Ocho de Marzo, en el marco de la iniciativa nacional Tejiendo Dignidad, liderada por ONU Mujeres y la JEP. Esta apuesta busca garantizar la participación efectiva de mujeres víctimas de violencia sexual y de género en los procesos ante la Jurisdicción Especial para la Paz.

Ser parte de esta iniciativa ha transformado a las mujeres de Campo Verde: hoy se reconocen como sujetas de derechos, han aprendido sobre feminismo, autocuidado y la fuerza de su voz. Como expresan: “Hoy sabemos que nuestra voz también cuenta en escenarios nacionales, donde exigimos justicia y participación como mujeres víctimas y constructoras de paz.”

Este proceso también reafirmó la importancia de consolidar su organización, entendiendo que la unión es un pilar fundamental para avanzar en la construcción de paz, justicia y dignidad en los territorios.

Campo Verde: símbolo de resistencia, dignidad y esperanza

Hoy, Campo Verde no es solo un barrio ni una asociación: es un lugar que refleja unión, alegría y construcción colectiva en Buesaco. Su historia muestra cómo las mujeres y familias campesinas, a través de su organización y esfuerzo, han creado un espacio seguro donde florecen la vida, el futuro y la comunidad.

Es también un ejemplo vivo de cómo, al transformar el dolor en acción colectiva, las mujeres logran abrir caminos de justicia y dignidad. Su voz, hoy más fuerte y organizada, no solo resuena en sus territorios, sino también en escenarios nacionales de justicia transicional, donde reclaman su lugar como víctimas y constructoras de paz.

Esta asociación demuestra que, cuando las mujeres se reconocen como sujetas de derechos y se organizan, no solo siembran en la tierra: siembran futuro, memoria y esperanza para las nuevas generaciones.

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